Puedo ver el destello del horizonte de una fria noche, aquel mar del silencioso momento me hace pensar en aquellas interminables palabras de un eterno todo o nada que desvanecen en el peso de lo que somos en un pestañear de cometa en la inusual sinfonia del silencio mientras el tiempo se lleva las hojas de otoño con nuestros deseos escritos de un nirvana sin fin, deseos de fantasia en mi corazón, cielo vacio sin ninguna razón, el deseo de ver la luna que ilumino esa inusual noche en todas las lunas del distante tiempo que corre en el filo de un pensamiento y el corazón de un sentimiento, aunque este en un limbo sin fin, serian las ciento un maravillas de una caprichosa espera del todo, todo es tan agridulcemente confuso, no puedo contar las estrellas de un cielo vacio, ni contar el vacio del cielo, presencio el desvanecer de un sueño, ese brillo de las estrellas en el reflejo de el mar de la eterna esperanza de esa visión tan lejana de un presente ya pasado de un continuo sueño....
el frío es más frío mientras las horas pasan, el recuerdo es más vivido mientras más se recuerda, el sueño es más pesado entre más sueñas, donde queda aquella barrera del lejano tiempo donde los soñadores despiertan y las páginas coloras de un cálido blanco necesitan rellenarse de un todo... aquella insólita parte de un cuento sin terminar que acompaña a un abrazante frío envolvente de una vacía noche que endulza el vino cuando las horas pasan en una charla de mis miedos contra mi fortaleza entre el fracaso y la grandeza, estamos enterrados en sueños rotos sin una suplica, de rodillas en páginas sin terminar... lo que somos nos envuelve en la impaciente espera al eterno descanso de la ilusa felicidad en nuestros sueños hablantes de un pasado que envidian la danza de una danzante marea de un mar danzante en la que esta la eternidad de nuestras fantasiosas experiencias que recompensa la ausencia de un todo, puedo sentirlo en esos momentos que me hacen ser yo, cada paso recorrido a ser un todo